Canela -periodista cultural, editora y conductora de vasta trayectoria- brindó una charla especial, para estrenar el ciclo «Encuentros magistrales sobre literatura infantil y juvenil», en el Auditorio Leonardo Favio de la Biblioteca del Congreso de la Nación. “Cada libro, una esperanza” se tituló la disertación en la que la experta abordó la importancia del libro, el camino de la escritura, la edición y el aprendizaje permanente. Además, compartió con el público cómo pasó de trabajar en radio y televisión al mundo de la edición.
La propuesta forma parte de las políticas de promoción de la lectura y la literatura que lleva adelante la Secretaría de Cultura de la Nación, a través de la Subsecretaría de Promoción Cultural y Artística. Este ciclo se realiza junto a la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil Argentina (ALIJA) y la Biblioteca del Congreso de la Nación. Además, se transmite en vivo de forma simultánea.
“Tengo la convicción de que cada nuevo libro que se escribe y se edita va acompañado de una esperanza. Se espera que recorra un camino, que sea recibido con interés, entusiasmo y que ayude a que los lectores den un paso más hacia el descubrimiento, la comprensión del mundo y de la propia identidad. Sin olvidar que la distracción digital nos aleja de los libros y que leer implica un trabajo, un esfuerzo y una conquista”, aseguró Canela al principio de su exposición.
A continuación, hizo un breve repaso por su historia personal. “Me siento confortable en este balcón de los casi 82 años. Agradezco la larga vida que me permite ver la ciudad al atardecer, cómo se encienden las luces, cómo en las ventanas se van prendiendo las lámparas. Cómo bajo el techo se mueven las vidas tan distintas, tan ricas”, dijo y señaló el interés que le generan las historias de personas comunes. “Esta debería ser la historia: la suma de lo que la gente habla, de lo que la gente vive cada día”, explicó.
Los libros, la lectura y la escritura
“Las pantallas del celular y de la computadora generan en nosotros un efecto hipnótico, nos distraen. Estamos atravesados por cataratas de información que ocupan el lugar de la reflexión y de las percepciones que nos ayudan a definir nuestros deseos, nuestras pulsiones y nuestra identidad”, reflexionó Canela. En tal sentido, remarcó la importancia de leer libros y de escribir a mano, para poner en movimiento la memoria y generar múltiples conexiones neuronales: “Lo que se lee en los libros y lo que se escribe a pulso deja sedimentos”.
También, la especialista subrayó lo complejo e invaluable respecto al trabajo de escritores y editores de libros infantojuveniles: “El editor tiene una enorme responsabilidad, tiene que atender y vigilar sus propios prejuicios, porque tenemos la tendencia a obedecer a lo que creemos que está bien y tenemos que indagar todo el tiempo para recordar qué es lo bueno, qué es lo bello y no guiarnos por lo útil. El libro no tiene que ser útil, tiene que escuchar la vida de sus lectores”, argumentó. Asimismo sostuvo que tanto autores como editores de libros para niños deben estar atentos a los mensajes que construyen para seducir y conquistar lectores, y amplió: “El editor junto al escritor inciden en una dimensión incalculable: en la vida de cada uno de esos niños y en la cultura de su tiempo”.
Libros infantiles
Al cierre de la charla, Canela hizo un recorrido por la historia de la literatura infantil en la Argentina, a través de algunos libros emblemáticos y destacó: El reino del revés; Versos tradicionales para cebollitas, y Tutú Marambá, de María Elena Walsh; Socorro, de Elsa Bornemann; Los sueños del sapo y El gallo Pinto y otros poemas, de Javier Villafañe; El viaje de los animales, La vuelta de Don Quijote y El tesoro del inca, de la colección Los cuentos de Polidoro; Azul, de Graciela Cabal; La leyenda del cóndor, de Eliana Bossi; Lo que cuentan los guaraníes, de Miguel Ángel Palermo; La cigarra y la hormiga y otros cuentos; junto a los de su propia autoría, Marisa que borra, El abrazo de Otto, El sol de Otto, La novia de Otto y la serie Lola.
fuente NA