La segunda ola de coronavirus no sólo deja muerte y espanto a su paso, sino que destruye también las principales proyecciones económicas incluidas en el Presupuesto, que obligarán a barajar y dar de nuevo en materia de inflación, deuda y subsidios, entre otras variables claves.
Por José Calero
Lo terminó de confirmar el presidente Alberto Fernández, cuando al anunciar la nueva cuarentena estricta dijo que se destinarán $480.000 millones extras para «gasto Covid» este año.
Los fondos serán para pagar los gastos sanitarios adicionales por la pandemia y ampliar el estratégico Repro II – dirigido a auxiliar a gastronómicos, hoteleros y comerciantes no esenciales-.
También para ampliar la tarjeta Alimentar -sustancial en la pelea desigual que se brinda contra una pobreza creciente-, aplicar reducciones patronales y dar becas a jóvenes (uno de los grupos más perjudicados por la hecatombe sanitaria).
La pobreza llega a niveles que duelen cada vez más en algunos distritos y franjas etarias.
Casi el 63% de los menores de 14 años son pobres, y esa estadísticas que meten miedo se elevan a casi 73% en el conurbano bonaerense, según las últimas estadísticas del INDEC.
Si la cuarentena más firme que debió reimponerse en estos días se debe extender más allá del fin de semana del 5 y 6 de junio, el enfriamiento de la economía será inevitable.
A menos de un mes del inicio del invierno, cuando las medidas de aislamiento se complican aún más, la pandemia podría tener preparadas noticias peores para la Argentina.
Casi todo en revisión permanente.
También ingresó en revisión la proyección inflacionaria, a esta altura imposible de cumplir, observando el comportamiento de los precios en apenas cinco meses del año.
Proyecciones privadas estiman que el costo de vida se ubicará en el 22% cuando termine mayo. Si esa tendencia se mantiene, en apenas siete meses se habrá superado el 29% estimado por el ministro de Economía, Martín Guzmán.
El ala más política de la alianza gobernante observa los datos, palpa la pobreza que brota por casi todos lados y reclama seguir poniendo plata en el bolsillo de la gente, cueste lo que cueste.
Esa demanda la reflejó el secretario general de La Cámpora, Andrés «Cuervo» Larroque, cuando pidió la restitución del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), algo que por ahora parece no estar en las carpetas atiborradas de demandas del Ministerio de Economía.
¿Qué dijo sobre el tema el Presidente? Que entre la AUH y la tarjeta alimentaria, y el programa Potenciar Trabajo, «se está cubriendo un número muy importante de gente».
Y sostuvo que el IFE fue una «medida de emergencia que cobraron algunos que no debieron hacerlo, y a ellos se les está pidiendo que lo restituyan». Toda una novedad, porque se desconoce qué está haciendo la ANSES para lograr esa supuesta «devolución».
Por ahora, resiste la intención de Guzmán de no restablecer el IFE, pero todo puede cambiar el mes próximo, porque la recesión, el aumento de la pobreza y la pandemia implacable obligan a recalcular minuto a minuto.
En este escenario de pauperización, el freno temporal de las clases está poniendo a muchas familias frente a una encrucijada: optar entre dejar a los chicos solos para continuar con el empleo, o que uno de los miembros de la pareja deje de ir y se pongan aún más en riesgo sus ingresos.
En medio de este panorama, la disputa abierta por la suspensión de exportaciones de carne, que puede hacerle perder mercados claves a la Argentina, parece ser de segundo plano.
El Gobierno la justificó en que un grupo de frigoríficos marginales está ocultando ventas al exterior para no declarar la plata al Fisco y quedarse con los dólares.
Suena complicada la operatoria y, de confirmarse, reflejaría que la Aduana sigue siendo un colador, o que hay agentes aduaneros involucrados en las maniobras de corrupción.
Habrá que ver si, como prometió el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, se presentan las pruebas de tamaño desfalco.
Por ahora, todo indica que -desesperado porque los precios se escapan sin control- se echó mano otra vez a la decisión de frenar las ventas al exterior.
Se lo hizo convencidos -como lo están el gobernador y economista Axel Kicillof, y los funcionarios que le responden, de que los precios se disparan en la Argentina porque los commodities -donde el país juega fuerte- suben en el mercado internacional.
Habrá que esperar y ver entonces si con esta medida se empiezan a aquietar las pizarras en las carnicerías.
A nivel de los agentes de mercado, donde lo que más se mira es si la Argentina podrá cumplir los pagos de deuda, se aguardan señales en las próximas semanas sobre si finalmente el Club de París dejará postergar el próximo vencimiento.
También si finalmente el FMI acepta la posibilidad de postergar un acuerdo para después de las elecciones legislativas de noviembre.
Son las dos grandes metas que parece haberse impuesto el ministro Guzmán, cada vez más enfocado en resolver ambas cuestiones, como quedó claro durante la última gira presidencial por Europa.
Tras llegar a un acuerdo con los fondos de inversión, cerrar con el Club de París y el FMI sería todo un logro, a esta altura del partido, para Guzmán, en medio del tiempo de incertidumbre que le toca afrontar.
(*) Jefe de Economía de la agencia NA.