La empresa Caputo Hermanos S.A. negó haber financiado a la organización de ultraderecha Revolución Popular a través de los pagos por trabajos de carpintería a uno de sus referentes, Jonathan Morel, hoy detenido por las amenazas a la vicepresidenta Cristina Kirchner.
Mediante una presentación ante el juez Marcelo Martínez de Giorgi firmada por el titular de la empresa, Flavio Caputo, aclaró además que no tenía relación previa con Morel y que lo contrataron para la provisión de muebles para un edificio de 60 departamentos en la zona de Vaca Muerta por los precios y la calidad de sus muebles.
Con el patrocinio del abogado Matías Cúneo Libarona, el escrito subrayó que, una vez construida la estructura del edificio (también en una empresa de la provincia de Buenos Aires), le encomendó a su hermana Rosana, decoradora de profesión, el equipamiento de los departamentos, destinados a alquiler.
«Usualmente requerimos de su experticia en la materia», añadió.
Según explica el escrito, Rosana Caputo «identificó hacia fines del año pasado en la zona del Tren de Boulogne a un carpintero (Morel) para realizar una barra de bar en madera maciza y otras tareas para el salón de usos múltiples del barrio Santa Clara al Sur, dentro del presupuesto que se había decidido para ello».
«La empresa y Rosana no habían tenido trato con él previamente, ni conocían sus posibles actividades ajenas a la carpintería», destacó el escrito.
En ese contexto, explicó los motivos de la elección de esa carpintería recientemente abierta y con escaso volumen operativo: «Los proveedores o talleres con los que ella usualmente trabaja (carpinteros, muebleros) tienen precios más altos, de modo que no resultaba posible contar con ellos para esta tarea».
«Este carpintero tenía maderas macizas (tablones) de buena calidad a muy buen precio (ciprés provenientes del sur). Así nació el interés por él, que cotizó las barras del bar para dicho barrio, unas mesas bajas y una mesa ratona. Hizo muy bien su trabajo», resume el escrito.
Hubo una razón económica para su elección: «El presupuesto para los trabajos que se requerían en el Edificio de Añelo era acotado, por lo que se decidió por Morel, que se nutrió de colaboradores para afrontar la totalidad de la encomienda».
Del escrito se desprende que la empresa sabía que los muebles no se realizarían en la carpintería de Morel: «Él mismo fue el encargado de llevar a Rosana a una carpintería, referida suya, que podía afrontar el trabajo en fibrofácil enchapado en madera».
El mismo también explica por qué no se contrató a una carpintería neuquina: «No se podía pedir a una decoradora que viaje a buscar fábricas a una zona desconocida y sin referencias y que se quede residiendo allí para hacer el control».
Los muebles, cuya fabricación fueron encargados a Morel, viajaron a Vaca Muerta en camiones que «fueron completados con mercadería provista por otros proveedores, por lo que se hizo un consolidado (allí se incluyeron sillones, veladores, cortinas, sillas etc., que no fueron encargadas al señor Morel», aclaró el escrito.
El documento incluye fotografías de los muebles en cuestión, del edificio en el que fueron colocados, copias de las facturas pagadas por ellos y capturas de pantalla de diálogos de WhatsApp con parte de la negociación para la contratación de la carpintería de Morel.