El Papa Francisco recibió al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, en la Ciudad del Vaticano. Ambos jefes de estado dialogaron en forma privada poco más de 35 minutos en la sala de la biblioteca, donde Zelensky entregó al Papa un óleo de una niña, Marichka, que, con sus ojos apagados, su pañuelo y su abrigo marrón representa a todos los habitantes de Bucha que tuvieron que presenciar secuestros, torturas, saqueos, violaciones, incluso de menores de edad.
Zelensky quiso entregar este regalo al Pontífice para llamar una vez más la atención del mundo sobre las atrocidades vividas por su pueblo. Personas que esperan desde hace más de dos años y medio una paz que «es una flor frágil», como reza el escrito en la pieza de bronce donada por Francisco al líder ucraniano.
Durante su arribo al Palacio Apostólico para la tercera audiencia que el mandatario ucraniano mantuvo con Francisco, no hubo ninguna señal como escudos o banderas en el vehículo oficial. Durante el encuentro, dialogaron sobre la guerra y la paz en Ucrania, que siempre ha sido definida como «atormentada» por el Papa.