La «Operación Cielorraso» fue el origen del expediente judicial armado más famoso del país, aunque nadie lo recuerde por ese nombre. En cambio, si se habla de la causa del jarrón de Coppola, todo el mundo sabrá de qué se trata.
Hace 25 años, el histórico mánager Guillermo Coppola protagonizó un escándalo al ser detenido acusado de formar parte de una banda dedicada al narcotráfico, aunque luego quedaría demostrado que todo fue montado por el ex juez Hernán Bernasconi para adquirir notoriedad pública.
El departamento de Avenida del Libertador 3540, en el barrio porteño de Palermo, fue el escenario del operativo policial que se llevó a cabo en la tarde del 9 de octubre de 1996.
El representante del astro futbolístico Diego Maradona ya contaba con un pedido de captura nacional e internacional librado por el polémico magistrado: recluido en la casa de su madre, observó el allanamiento de su hogar por televisión y al día siguiente se entregó, pese a que le habían recomendado que no lo hiciera.
En aquel allanamiento, los efectivos policiales descubrieron un paquete con 406 gramos de cocaína dentro de un jarrón terracota que Coppola había recibido como regalo a fines de la década de 1980 de parte de su novia alemana de entonces, llamada Monique.
Ésa fue la base del expediente judicial que tuvo tanto recorrido por tribunales -la causa pasó por una veintena de magistrados y cuatro ciudades diferentes- como por estudios de televisión, en momentos en que los canales gastaban sumas siderales en la competencia por el rating. «Tenencia ilegítima de estupefacientes con fines de comercialización, agravada por la cantidad de intervinientes» fue la carátula de la investigación judicial.
Meses antes, el oficial inspector de la Policía Bonaerense Sergio Camaratta denunció ante su superior, Gustavo Prellezo, que un informante anónimo le había advertido sobre una banda narco vinculada a personajes de la farándula que traficaba cocaína en la temporada de verano en la Costa Atlántica.
Bernasconi, titular del Juzgado Federal de Dolores, abrió un expediente y puso al principal Daniel Diamante como agente encubierto para desenmarañar esa supuesta red criminal. Se sumarían al listado de uniformados involucrados en el caso Antonio Gerace y Carlos Gómez, así como también tuvo un rol preponderante el secretario judicial Roberto Schlägel.
El 10/10 -fecha curiosa para Coppola, que representó durante 18 años al 10- «Guillote» se entregó y fue trasladado hasta la Comisaría de Castelli por el comisario Emilio Azzaro: «No tengo ningún miedo, para nada. Voy muy tranquilo», afirmó desde la camioneta roja en que lo llevaban hasta la ciudad bonaerense. «Me trataron para el orto, como a un narcotraficante. Fue la primera vez en mi vida que estuve incomunicado», contó años después el mánager de Maradona sobre aquella llegada a la dependencia policial que sería el inicio del calvario de 97 días en que estuvo preso, primero en el Penal de Dolores y luego en Caseros. «Fue el día más infeliz, más triste de mi vida», definió en una ocasión.
En su primer contacto con Bernasconi, Coppola subrayó su inocencia: «La droga no es mía, me la plantaron».
Rápidamente la noticia llegó a todos los rincones del planeta y salpicó a personajes de variados ámbitos: fueron involucrados desde el conductor Marcelo Tinelli hasta el campeón del mundo Alberto Tarantini, pasando por el cantante Luis Miguel y empresarios como Carlos Ferro Viera o Carlos Fazzari.
Los datos aportados por esos supuestos informantes fueron sustentados en el expediente por dos testigos de identidad reservada, que luego harían todo lo contrario a cultivar el bajo perfil: Samantha Farjat y Julieta La Valle, de 21 y 22 años, respectivamente. Las jóvenes se transformaron en los primeros personajes mediáticos, encargadas de llenar horas y horas la pantalla chica en recordadas escenas que harían explotar el rating: años después, Farjat contó que algunos canales les pagaban sumas en dólares o las enviaban a lujosos spa para que no concurrieran a programas de la competencia.
Dos días después de la detención, Coppola cumplió 48 años, pero no pudo recibir a su gran amigo: Maradona se acercó hasta el Penal de Dolores, pero no tuvo éxito en su intento por saludar a «Guillote». La cuadra de Riobamba al 200, donde está la penitenciaría, estuvo repleta de periodistas y cámaras de televisión.
Mientras el representante sufría el encierro, en televisión Farjat, La Valle y Natalia De Negri, otro de los personajes que formó parte de aquella camada conocida como «las chicas Coppola», se peleaban en vivo, se tiraban del pelo, se acusaban de prostituirse y de tener sida. En tanto, en el ámbito judicial la causa tambaleaba y un certero golpe al expediente de Bernasconi fue dado por el abogado Mariano Cúneo Libarona, que patrocinaba a Coppola: logró convencer a Farjat y La Valle para que declararan ante el juez federal de San Isidro, Roberto Marquevich, que el polémico magistrado las había obligado a incriminar al representante de Maradona y a plantarle la cocaína al «Conejo» Tarantini. A la vez, la Cámara Federal de Mar del Plata le sacó el expediente a Bernasconi y lo mandó a jurisdicción porteña.
Ahí Coppola fue trasladado a Caseros, donde permaneció otros 37 días detenido. El juez Carlos Liporaci ordenó la liberación del mánager y elevó la causa a juicio oral: el Tribunal Oral Federal Nº2 fue el encargado de anular en julio de 1999 la causa del jarrón. Pocos meses después, el TOF Nº5 se encargó de condenar a Bernasconi, quien pasó a la historia como el magistrado que montó una causa para ganar prestigio.
A un cuarto de siglo del escándalo, «Guillote» todavía conserva el jarrón en su departamento de Avenida del Libertador: «Es un objeto, un adorno de una historia pasada y superada. Está en el hall de entrada, repleto de flores», contó meses atrás.