A partir de estadísticas internacionales, se estima que cerca de dos mil argentinos desarrollan cada año la leucemia conocida como «mieloide aguda», que es una de las más frecuentes en adultos y que es difícil de tratar porque avanza súbitamente.
Este miércoles se conmemora el Día Mundial de Concientización sobre la Leucemia Mieloide Aguda y desde FUNDALEU, Fundación para Combatir la Leucemia, aprovecharon para remarcar que durante la primera ola de la pandemia se registró cierta demora en concurrir a la consulta tras haber desarrollado síntomas y remarcaron la conveniencia de no esperar y acudir cuanto antes a la consulta.
Los síntomas de esta enfermedad suelen ser inespecíficos como pérdida de peso o de apetito, fatiga, fiebre persistente, infecciones o sudoración nocturna, lo que atenta contra su sospecha precoz. Tal vez contribuya más a ese fin la aparición de hematomas (conocidos como moretones) sin causa aparente o de puntos rojos en la piel por el sangrado llamados petequias.
«Los síntomas que experimenta el paciente que desarrolla esta enfermedad, que en su mayoría son mayores de 65 años, son compatibles con otras condiciones potencialmente más benignas, entonces a priori no le dan al individuo ninguna pauta de que esté cursando una enfermedad grave. Por eso, nuestra recomendación es no demorar ese primer contacto médico y en cualquier guardia, con un simple análisis de sangre, se puede identificar muy bien un cuadro de este tipo», explicó la doctora Isolda Fernández, Jefa del Servicio de Hematología de FUNDALEU.
Durante los meses de mayor aislamiento en el marco de la pandemia de COVID-19 en 2020, se registró una significativa merma en las consultas médicas para chequeos generales y en la asistencia de personas a hospitales, inclusive para ingresos de urgencia.
«La postergación de una consulta médica puede traer consecuencias negativas en cualquier aspecto del cuidado de la salud, pero en el caso de las leucemias, se está ante urgencias médicas y no hay tiempo que perder. La situación que venimos atravesando todos como sociedad tiene que dejarnos enseñanzas y una de ellas debe ser la de priorizar la salud y no demorar controles o consultas», puntualizó el doctor Miguel A.
Pavlovsky, Director Médico Científico de FUNDALEU.
En los casos de leucemia, un análisis de sangre revela rápidamente la existencia de un cuadro oncohematológico y luego otros estudios, como la «citometría de flujo», confirmarán el diagnóstico y tipificarán la leucemia con la ayuda de análisis moleculares y genéticos.
Particularmente, en este contexto COVID-19, en FUNDALEU reconocieron que es importante que el paciente que acuda a una institución médica y, ante síntomas sospechosos, sea hisopado y luego se le realicen controles y estudios de laboratorio, ya que, si se atrasan por la situación de coronavirus, se estaría perdiendo tiempo valiosísimo e irrecuperable para tratar su leucemia.
El tratamiento de la leucemia intentará eliminar todas las células cancerígenas, blastos, y restituir el buen funcionamiento de la médula ósea productora de células sanguíneas.
Si el estado general del paciente lo permite, la indicación habitual para abordar esta leucemia son ciclos intensivos de quimioterapia: el primero durante una internación de alrededor de un mes, llamado ‘inducción’, para erradicar las células leucémicas; seguido de dos o tres ciclos adicionales, llamados «de consolidación» o «intensificación», para eliminar las células leucémicas ocultas durante otras tres o cuatro semanas de internación cada uno.
La doctora Fernández, quien también integra la Subcomisión de Leucemias Agudas de la Sociedad Argentina de Hematología, subrayó que «este esquema de internaciones prolongadas, posiblemente vaya a verse desafiado si el pico de la segunda ola de COVID-19 eleva la ocupación de camas en las instituciones de salud; otro motivo para no postergar la consulta de emergencia».
Para aquellos casos en que la quimioterapia está contraindicada, fundamentalmente por edad, fragilidad o comorbilidades que presenta el paciente, existen terapias dirigidas, de administración oral, que están aprobadas en nuestro país y se indican en combinación con otras drogas.
Otra opción potencialmente curativa es el trasplante de médula ósea, que es un procedimiento complejo, no exento de riesgos, en el que se reemplazan las células enfermas por células formadoras de sangre provenientes de la sangre periférica o de la médula ósea del donante emparentado o no emparentado, que debe ser compatible, por eso la existencia de bancos internacionales de donantes para aquellos pacientes que no tienen donantes familiares.
En tanto, cuando el objetivo no es curativo, se ofrecen cuidados paliativos, orientados a aliviar los síntomas del paciente y acompañarlo a transitar su enfermedad desde el punto de vista médico, pero contemplando aspectos emocionales y de contención para él y su entorno directo.
«Este tipo de leucemia en particular continúa siendo un desafío para la comunidad médica y necesitamos que se siga investigando para dar con más y mejores opciones de tratamiento.
En los últimos años, se han aprobado nuevas terapias dirigidas tras más de 50 años sin novedades y donde contábamos únicamente con la misma quimioterapia que seguimos utilizando en la actualidad, en general combinada con estas nuevas opciones», dijo la doctora Fernández.
Asimismo añadió: «Entonces, el mensaje alentador es que gracias a que la ciencia ha ido avanzando, hoy podemos ofrecer nuevas herramientas que logran mejorar los resultados en el tratamiento de la leucemia mieloide aguda para poder ayudar a estos pacientes, que consisten en medicaciones orales, muchas de las cuales ya están en nuestro país».