El ministro de Economía, Martín Guzmán, recuperó oxígeno político y hasta se animó a marcarle la cancha a Cristina Kirchner, pero ahora deberá enfrentar fuertes cuestionamientos a su proyecto de Presupuesto en el Congreso.
Por José Calero*.
En un hecho inédito, el jefe del Palacio de Hacienda salió a aclararle a la vicepresidenta Cristina Kirchner que no se está aplicando un ajuste, sino una reducción del déficit fiscal, y le respondió que incluso el gasto público está subiendo.
Fue luego de la dura carta de la jefa de la coalición gobernante en la que objetó que el Gobierno no avanzaba todo lo necesario en las ejecuciones presupuestarias y conectó esa demora con la derrota en las PASO.
Guzmán retomó el aire luego de una semana en la que algunos lo daban fuera del gobierno.
Al menos hasta las elecciones de noviembre seguirá en su puesto, pero nadie se anima a decir qué pasará luego.
En los últimos días el ministro recibió una mala nueva: la jefa del FMI, Kristalina Georgieva, quedó tecleando en el cargo luego de ser duramente cuestionada por decisiones que tomó cuando era la segunda del Banco Mundial.
En el escenario de las finanzas internacionales, algunos salieron a pedir su cabeza, lo que significaría una mala noticia para Guzmán, quien mantiene una estrecha relación con Georgieva de cara a la posibilidad de firmar un acuerdo de refinanciación de deudas con el FMI.
Por ahora esa negociación aparece lejana y las urgencias de la alianza gobernante pasan por recuperar el terreno electoral perdido.
Con ese objetivo se prevén volcar al consumo más de $150.000 millones, en partes con más subsidios y también con obra pública.
Entre las medidas en estudio se incluyen el bono para jubilados, una nueva tanda del IFE, la mejora en el pago del impuesto a las Ganancias y los planes de obra pública.
Todo financiado por el Banco Central, que emitirá pesos para financiar la iniciativa.
Entre obras públicas y otro programas de reactivación la cifra podría superar los $ 500.000 millones.
Entre las medidas para reactivar que se discuten se incluye una nueva versión del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), que rondaría los $ 15.000 y beneficiaría a tres millones de personas.
También se baraja un bono para jubilados y otro para titulares de la AUH que rondaría los $ 6.000 y podría llegar a 5 millones de personas.
Economistas críticos advierten que se trata de una estimulación artificial de la demanda a través de una política fiscal expansiva financiada con emisión monetaria.
Y alertan que se presionará aún más sobre la inflación y el desequilibrio en un Banco Central con las cuentas desbordadas.
Se estima que aún quedan $ 290.000 millones previstos en el presupuesto para ejecutar en obras públicas, y se buscará agilizarlos en las próximas semanas.
Pero lo que viene podría deparar malas noticias para Guzmán: los proyectos de Presupuesto y de ley de Hidrocarburos serán torpedeados por el propio oficialismo en la Cámara de Diputados.
La lectura del kirchnerismo es que las elecciones se perdieron porque Guzmán apretó demasiado el torniquete del gasto en la primera mitad del año.
Pero en otro sector del gobierno hay dudas sobre si esta hipótesis es real.
Se preguntan si el voto expresado en las urnas no refleja también cierto hartazgo por el mal manejo de la pandemia – retraso en la llegada de vacunas incluido- y errores enormes cometidos por la coalición gobernante, de los cuales la foto de Olivos sólo sería un botón de muestra.
(*) Jefe de Economía de la agencia NA.
jcalero@noticiasargentinas.com.