La comunidad armenia en la Argentina no sólo se destaca por su apellidos terminados en «ian», sino también por el férreo compromiso con sus antepasados y con la denuncia del genocidio cometido por el Imperio Otomano a partir de 1915. La unión de esos aspectos se hace plenamente visible en «Haigaz», un proyecto transmedia que encaró la nieta de un sobreviviente a partir del libro de memorias de su abuelo en el que relató su derrotero tras el sangriento avance turco de comienzos del Siglo XX.
Haigaz Bagdasarian fue uno de los millones de armenios que debieron abandonar sus ciudades natales para huir de la «yataghan» (espada) turca: de los diez integrantes de su familia cuatro fueron asesinados o murieron en las caravanas. «La familia fue desmembrada por el genocidio», cuenta María Soledad Bagdasarian, la nieta de Haigaz y encargada de la iniciativa que recupera una autobiografía que sirve como resumen de lo que le tocó vivir a millones de armenios en todo el mundo.
El proyecto de esta docente y gestora cultural tiene como piedra fundacional el manuscrito que su abuelo escribió para contar su vida: en un cuaderno Laprida de tapa dura, Haigaz comenzó a plasmar sus memorias a partir de la década del 70, ya jubilado y mientras estaba a cargo de su cerrajería del barrio porteño de Parque Patricios.
Con tan solo tres años, el abuelo de Soledad quedó huérfano y boyó por diversos orfanatos de Siria y El Líbano junto a su hermano Hagop, con quien llegó a la mayoría de edad en Beirut.
Durante esos años aprendió diferentes oficios manuales que le servirían para sustentarse a lo largo de su vida: llegó a ser capataz de la Iraq Petroleum Company, en donde había comenzado como ayudante de soldador en los oleoductos.
«Lo llamativo de sus memorias es que los últimos 30 años de su vida los cuenta en tres páginas. Se explayó con detalles sobre su vida en los orfanatos, cómo era su casa, de qué vivía, cómo eran las costumbres antes del genocidio», señaló Soledad en diálogo con NA.
La nieta de Haigaz y coordinadora del proyecto que lleva el nombre de su abuelo tomó real dimensión de lo que guardaba ese cuaderno Laprida durante unas vacaciones en la Costa en 2012. Al igual que el sobreviviente armenio, que primero se afincó en Córdoba y después en la Ciudad de Buenos Aires, el cuaderno tiene una historia particular: en 1974 Haigaz viajó a Beirut a visitar a sus hermanos y se lo entregó a Hagop, con la intención de que fuera publicado allí, algo que no sucedió. Una década más tarde, Hagop se fue a vivir a París, en el contexto de la guerra civil libanesa, y se llevó el libro con él.
En 2009, un encuentro entre los primos Bagdasarian permitió que el cuaderno volviera a la Argentina: la rama francesa se lo entregó al hijo de Haigaz y allí fue cuando Soledad pudo entrar en contacto con la historia de su abuelo escrita por él mismo. El año pasado la cuarentena terminó de cocinar en la nieta menor de Haigaz la idea de que esas memorias no quedaran en el seno familiar de los Bagdasarian sino que pudiera cumplirse el deseo de su abuelo de que fueran publicadas.
«Todo lo que se documenta en este manuscrito, es solo la imagen de mi vida aventurera similar a la de miles de huérfanos armenios que escaparon milagrosamente de la `yataghan´ (espada) turca en 1915. Escribí mis experiencias vividas para mis seres queridos y para aquellos con quienes compartí mi vida con el fin de retribuir la deuda moral que siento, manteniendo vivos los recuerdos», señaló el propio sobreviviente del genocidio en aquel cuaderno Laprida de tapa dura.
Este año esas memorias se transformaron en el libro «Haigaz, la historia de mi vida», piedra angular del proyecto transmedia: a través de la cuenta de Instagram @memoriasarmenias , Soledad saca de las entrañas de la casa Bagdasarian fotos, historias, recuerdos y fragmentos de la autobiografía. Pero la iniciativa, que cuenta con un importante respaldo de instituciones de la comunidad armenia, el Ministerio de Cultura y el Mecenazgo de la Ciudad de Buenos Aires, recién comienza: con la ayuda de las otras ramas de la familia, Soledad avanza en la traducción de otros textos de Haigaz -todo lo que escribió lo hizo en armenio, su lengua madre-, así como también pretende indagar en la historia de Victoria, su tía abuela que casi muere ahogada en el Río Éufrates, fue capturada por una tribu árabe y rescatada años después por una organización armenia.
Curiosamente, Haigaz murió el 28 de mayo de 1985, el mismo día en que se celebra la independencia de Armenia. «Los armenios y las armenias somos semillas que nos regamos por el mundo», remarcó Soledad Bagdasarian a Noticias Argentinas, a la vez que recordó que para su abuelo «había un deber moral en contar la historia». «Pensarlo a él siempre me rompió la cabeza. Su historia llama, vislumbra, hace preguntas. El objetivo es que la historia pueda ser contada y no tergiversada. Y hay mucho camino por desandar», finalizó la nieta menor de Haigaz.