La histerectomía, la intervención que se le practicó a la vicepresidenta, Cristina Kirchner, es una operación ginecológica en la que generalmente se extirpa el útero por diferentes patologías.
Según información que brindan especialistas, durante la histerectomía el cirujano separa el útero de los ovarios y de las trompas de Falopio: la recuperación es «rápida».
Cuando a través del procedimiento se extirpa uno o ambos ovarios y las trompas de Falopio, se trata de una histerectomía total de los órganos reproductivos.
Si bien al momento no se saben las causas por las cuales Cristina llegó a esta cirugía programada, hay diferentes razones por las cuales se realiza esta práctica.
Generalmente, los diagnósticos más asociados con dicha patología están relacionados con cuadros oncológicos, que pueden ser benignos o malignos, aunque además existe una multiplicidad de enfermedades que requieran una operación similar.
La histerectomía depende de la gravedad de diferentes dolencias como el cáncer ginecológico, que afecta al útero o el cuello uterino; fibromas, endometriosis o prolapso uterino.
Los fibromas son tumores uterinos benignos que pueden causar un sangrado continuo, anemia, dolor pélvico o presión en la vejiga; en tanto que la endometriosis: es el crecimiento del endometrio, (tejido intrauterino) dentro del útero.
En tanto que el prolapso uterino se produce cuando se registra un descenso del útero a la vagina, que puede provocar entre otros síntomas incontinencia urinaria.
Sobre las consecuencias de la práctica de una histerectomía la principal se vincula a la infertilidad, ya que se extirpan estos órganos reproductores femeninos: en el caso de las mujeres que están en edad de gestación pasan a ser pacientes de menopausia quirúrgica.
Un dato para reseñar, sin que implique una predisposición genética, tiene que ver con el hecho la madre de Cristina Kirchner, Ofelia Wilhelm, había sido sometida en 2014 a una operación similar en el mismo sanatorio del barrio porteño de Recoleta.
«No siempre hay una predisposición genética», aclaran los ginecólogos, al sostener que «no es determinante que si una madre tiene una patología maligna» el diagnostico se repita en sus hijas.