Un acuerdo malo con el Fondo Monetario haría peligrar la reestructuración de deuda acordada con los bonistas, advirtió el economista jefe de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), Nicolás Zeolla.
«Un acuerdo malo lo hace cualquiera rápido. Un acuerdo bueno lleva mucho tiempo, y lo que se está defendiendo al final de cuentas es uno que sea cumplible», señaló.
Consideró que existen tres puntos que la agenda post elecciones tiene pendientes, y explicó que se relacionan entre sí, se retroalimentan».
«El primero, y por encima de todo, es la cuestión de la incertidumbre política. Obviamente que adentro del frente que gobierna hay distintos puntos de vistas, visiones distintas sobre los ritmos que tiene que tener el plan económico, y eso hace que tampoco haya, en principio y aparentemente, una visión homogénea de cómo encarar el proceso de negociación con el FMI», indicó el economista de la fundación fundada por la actual jefa de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont.
En declaraciones radiales, dijo que de alguna manera, ese «desajuste en la forma de concebir el funcionamiento de la economía y las prioridades transmite una incertidumbre hacia lo que puede llegar a ser el proceso de cierre de año y de cara a la negociación con el Fondo».
Zeolla señaló que el segundo punto importante es «cómo se va a reestructurar la deuda con el FMI. La deuda es impagable, no se puede pagar bajo ningún concepto, y la discusión pasa por si se va a llegar a una solución coordinada o una decisión unilateral, y que Argentina se tome más tiempo en negociar».
«En el año vencen más de 20.000 millones de dólares, hay que ver la cuestión de las sobretasas, los plazos, pero es un tema central para lo que sigue y es una agenda estructural para los próximos años. Es falso que esto se puede resolver de un minuto para al otro. La solución rápida con este problema el riesgo principal que tiene es condicionar todo lo que se hizo con la deuda anterior», indicó.
Como tercer punto de este panorama post elecciones, dijo que está «la cuestión del dólar, del tipo de cambio y las presiones que se presentan ahí».
«Por un lado, hay una cuestión más estructural que es que cuando la economía crece, se demandan más importaciones y eso presiona sobre la demanda de divisas a un ritmo mayor de lo que podemos abastecer con la oferta de dólares. Por otro lado, hay una cuestión más financiera que se relaciona con la incertidumbre y la demanda de divisas por ese lado».
Dijo que «obviamente un movimiento del dólar dispara ruido político. Cómo le pega en el bolsillo del pueblo, si bien la situación de la recuperación ha sido mucho mejor de la que se proyectaba a comienzo de año, eso no ha alcanzado para mejorar la calidad de vida de la gente y revertir el deterioro, no sólo de la pandemia, sino de la crisis iniciada con el gobierno anterior».
«Hay un descontento claro con el resultado de este proceso, pero no está desenganchado de la crisis de la pandemia y de las consecuencias de lo que estamos discutiendo todavía que es la reestructuración de la deuda que no ha concluido», señaló.
Dijo que «el punto principal acá tiene que ver con que la inflación se ha ubicado en valores mucho más altos de lo que el gobierno pensaba a principios de año, se ha revisado varias veces ese piso de inflación, también hay que decir que el gobierno ha acompañado ese proceso con el visto bueno para la recuperación de los salarios».
Afirmó ser de la idea de que el año «tiene que cerrarse con factores de recomposición del salario para el trabajo registrado y no registrado, para que este año el salario le gane a la inflación, como lo viene haciendo desde julio del 2021».
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El problema de la inflación.
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Dijo que en materia de inflación, «hay condiciones internacionales que han generado un piso inflacionario, no sólo en la Argentina, sino en todo el mundo».
«En la semana se conoció la noticia de que Brasil está con una inflación del 10% interanual, es el dato de inflación más alto desde el 2002, lo mismo pasa con Estados Unidos o en Alemania», indicó.
Sostuvo que eso «plantea un poco el panorama macroeconómico que nos termina afectando, que los países que tienen inflación en el pasado son tendientes a tener inflación en el futuro y estos shocks internacionales aceleran el proceso inflacionario que nosotros ya teníamos».
En material fiscal, dijo que el Gobierno «mostró una moderación que ha asombrado a los propios. Por ahí no veo un problema de descontrol fiscal. Por el lado de tarifas, es cierto que han aumentado menos de lo que fue la inflación y de lo que aumentaron las naftas y la energía internacional, pero no hay un retraso gigantesco».
Recordó que el presupuesto «incluye la famosa segmentación de tarifas que implicará algún acomodamiento para el año que viene».
Sobre la cuestión cambiaria, señaló que «los valores del tipo de cambio bilateral contra Estados Unidos son los más altos desde el 2010. El tipo de cambio multilateral, que incluye a Brasil, es el que está más debilitado, pero igualmente está en el valor máximo en comparación con los últimos años. No veo un problema ahí con el tipo de cambio».
Dijo que «el problema es cuando vos usás el ancla cambiaria durante mucho tiempo y empezás a perder competitividad, pero creo que el año que viene van a devaluar al mismo ritmo que aumentan los precios, entonces no va a haber un atraso cambiario que implique una corrección fuerte».
«Cualquier valor de dólar financiero es un valor de tipo de cambio real más alto que el de la salida de la convertibilidad», aseguró el economista heterodoxo.
Sostuvo que «la Argentina, producto del bimonetarismo y de la forma que se relacionan los argentinos con los dólares, no puede convivir sin regulaciones. Hay que hacer un montón de otras cosas mientras tanto. Hay que generar instrumentos de ahorro efectivos que no impliquen demandar dólares billete, ese es el principal problema».
«La relación que tenemos nosotros con los dólares billete, que ni siquiera están en el sistema financiero y que se utilizan para comprar y vender activos que son en pesos como la vivienda, hay un problema de fondo que no se va a solucionar de un día para el otro, y mientras tanto soy de la idea de que hay que convivir con esas regulaciones hasta que encares esa agenda más estructural», señaló.