El jueves 27 de diciembre de 2001, días después del caos que culminó con la salida en helicóptero del presidente Fernando De la Rúa de la Casa Rosada, Racing rompió una extensa racha de 35 años sin títulos con la consagración en el torneo Apertura y el fútbol se convirtió en protagonista de un capítulo negro de la historia argentina.
La «Academia» llegó a la última fecha del torneo con tres puntos de ventaja sobre River, su escolta, y necesitaba un empate en Liniers frente a Vélez para sellar la celebración tan esperada por sus hinchas, pero la incertidumbre se apropió de la pelota: la noche del 20 de diciembre se confirmó que ese fin de semana no se jugarían los partidos por el caos social y hasta se hablaba de una posible postergación hasta febrero de 2002.
El estallido en las calles puso en jaque el certamen, que quedó en segundo plano en medio de la devaluación de la moneda, la violencia policial, las 38 muertes por represión y la renuncia de De la Rúa, entre otras problemáticas, y el partido entre Racing y el «Fortín» corrió serio riesgo.
«Esa noche no dormí, lo juro. Tenía mucho miedo de que pasaran el partido para febrero, veníamos trabajando muy bien y estábamos ilusionados. Queríamos coronar el campeonato», dijo alguna vez el entrenador Reinaldo «Mostaza» Merlo, artífice del título desde el banco de suplentes.
No obstante, la leyenda cuenta que existió una reunión entre el mandatario interino, Ramón Puerta, su Gabinete y el mandamás de la Asociación del Fútbol Argentino, Julio Humberto Grondona, con un objetivo claro: retomar la actividad para definir el torneo y enviar un mensaje de «normalidad» entre tanto desorden.
Así, días antes de la Navidad, los futbolistas del elenco de Avellaneda se enteraron que el jueves 27 se iba a llevar a cabo el partido más importante en la carrera de muchos y uno de los más relevantes en la historia de Racing en el estadio «José Amalfitani», con la presión de cortar el maleficio que ya parecía eterno.
«Los últimos días fueron tremendos, con la gente en la calle, nervios, cacerolas… El país era un caos, no se sabía si se jugaba el partido final, el país pasó a ser el centro de atención cuando antes éramos nosotros. Nos concentrábamos mientras estaban todos de vacaciones, era caótico, parecía que así era la única manera de que Racing fuera campeón», señaló tiempo después Francisco «Pancho» Maciel, el único futbolista del plantel que no se ausentó ni un solo minuto de la competencia.
Con sus hinchas en Liniers y en el «Cilindro», Gustavo Campagnuolo, Maciel, Gabriel Loeschbor, Claudio Ubeda, Martín Vitali, Adrián Bastía, Gerardo Bedoya, Gustavo Barros Schelotto, José Chatruc, Maximiliano «Chanchi» Estévez y Rafael Maceratesi saltaron a la cancha.
Un tiro libre de Bedoya y un cabezazo de Loeschbor a los 8 minutos, en posición adelantada, le brindó tranquilidad a la «Academia», pero un tanto de Mariano Chirumbolo para el local a los 33 le puso aún más suspenso a la coronación, dado que River goleaba 6 a 1 a Rosario Central.
Sin embargo, el resultado del encuentro fue 1 a 1 y, en un país en llamas, la mitad de Avellaneda se reencontró con la alegría.
La historia marca que el fútbol se volvió a cruzar con la política y que, una vez más, la pelota rodó en medio del caos: Racing fue campeón bajo la lluvia después de 35 años y la sequía se acabó, mientras cinco presidentes se sucedían en once días de crisis y puro desconcierto para la Argentina.