La muerte del represor Miguel Etchecolatz puso de manifiesto el consenso en gran parte del arco político sobre la necesidad de que los genocidas cumplan sus condenas en cárceles comunes, aunque también generó malestar por el hecho de que se fue a la tumba sin haber brindado jamás información sobre desapariciones clave como la del albañil platense Jorge Julio López y la bebé Clara Anahí Mariani Teruggi.
La diputada nacional del Frente de Izquierda Myriam Bregman, abogada de víctimas de la dictadura, destacó que el represor «estuvo en una cárcel común hasta el último de sus días» y agregó: «Logramos que se lo condene por genocidio. Nunca dijo el destino de Clara Anahí Mariani ni de los desaparecidos y se le garantizó impunidad en la desaparición de Julio López».
Su compañera de bancada Vanina Biasi subrayó que el genocida falleció «en la cárcel gracias a la gran pelea de organismos y familiares».
«Llevándose secretos, archivos nunca abiertos y la complacencia de gobiernos democráticos y el poder judicial para no investigar la desaparición de su última víctima, Julio López», añadió.
En tanto, la integrante del bloque del Frente de Todos Mara Brawer definió a Etchecolatz como un «asesino criminal y genocida» y señaló que falleció «cumpliendo su condena a prisión perpetua en una cárcel común. Si existe el infierno ese será su destino final».
El ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, escribió en redes sociales: «Murió Etchecolatz en cárcel común.
Los genocidas se siguen muriendo sin revelar sus secretos, sin decirnos dónde están ni qué hicieron con nuestros familiares y compañeros desaparecidos. Ni olvido ni perdón».
Por su parte, el embajador argentino en Italia, Roberto Carlés, hizo hincapié en que murió «pluricondenado como genocida», aunque lamentó que «se lleva la verdad sobre el destino de Clara Anahí Mariani, Jorge Julio López y cientos de detenidos-desaparecidos».
«En el infierno, que llevaba lleno ya mucho tiempo, había un lugar reservado para él», finalizó.
El referente del Partido Obrero Néstor Pitrola fue otro de los que destacó que la muerte de Etchecolatz fue «en una cárcel común y con perpetua gracias a la lucha del pueblo» y continuó: «Pero murió impune por la segunda desaparición de Jorge Julio López. La lucha continúa. ¡A donde vayan los iremos a buscar! ¡30000 DETENIDOS DESAPARECIDOS PRESENTES!».
En tanto, la legisladora porteña Victoria Montenegro definió al represor como «uno de los torturadores más nefastos de la dictadura». «Entre tantos crímenes, responsable de la desaparición de Julio López. Hoy murió condenado como lo que fue, un asesino repudiado por el pueblo», indicó.